CELIA ROMÁN GARCÍA: LO QUE LA ATENCIÓN PRIMARIA TE DA

noticia Colegio de Medicos Murcia
 
Los profesionales llevamos muchos años hablando de la precaria situación de la Atención Primaria en nuestro país: la falta de recursos, el déficit de financiación, la saturación de las consultas, las agresiones a sanitarios, etc.
Sugiero que acabemos ya con este discurso lleno de negativismo y resignaciones y pongamos el foco en lo que tenemos (que no es poco) y en lo que nos llena de satisfacción por ser médicos de Familia.
Todos hemos vivido experiencias muy gratificantes y emocionantes durante el desarrollo de nuestro trabajo. Propongo que las pongamos en valor, que las recordemos y difundamos, que hagamos catarsis de positivismo. Todo esto es contagioso y si las nuevas generaciones de médicos escuchan nuestros relatos no se mantendrán indiferentes frente a una de las especialidades médicas más bonitas, completas y humanas.
Podemos contarles cómo es el camino al trabajo durante esos días de primavera en la Región de Murcia, en los que te diriges a tu centro de salud del pueblo y atraviesas esas carreteras escoltadas de frutales en flor, maravillosa visión que algunos pagan por disfrutar; o el olor a flores que inunda el coche al bajar la ventanilla y respirar aire puro. También ese día que, algo más al norte, la nieve te sorprende cuando estás visitando a un paciente en su domicilio.
Podemos transmitirles como la Medicina de Familia nos hace formar parte de ese micromundo propio de cada persona y como le damos seguridad y salud.
Todos tenemos un taller mecánico de confianza, una peluquería de cabecera, nuestro panadero y carnicero, el vecindario de toda la vida, el gimnasio que nos gusta… y nuestro médico de familia es el profesional al que consultamos todos nuestros problemas de salud y enfermedades. Es nuestro confesor y persona cercana de confianza, a la que podemos hablarle sin temor y sin pudor de nuestros asuntos más íntimos, porque la enfermedad es una de las cosas más reservadas para una persona.
Los médicos de familia conocemos a la persona en su entorno, en su barrio y en su domicilio. Y no solamente a ella; también conocemos a sus familiares y generaciones antecesoras. Somos capaces de hacer un diagnóstico genético con rapidez.
Mediante nuestro trabajo conocemos y recibimos el cariño de la gente.
Todos podemos contar anécdotas de agradecimiento de nuestros pacientes.
Recuerdo a un paciente que bautizó a uno de sus melocotoneros con un “El árbol de mi médica. No tocar” escrito en un cartel. Lo hizo para que respetasen ese árbol durante la recolección hasta que yo fuese a recoger sus frutos.
O esa paciente que me regaló unos patucos de bebe tejidos por ella mismacuando se conoció en el pueblo que estaba esperando un hijo.
Y qué decir de los reconocimientos públicos cuando ponen nuestro nombre a una calle o plaza del pueblo en el que trabajamos. No puede existir mayor orgullo para un profesional que la gratitud de sus pacientes.Nos abren las puertas de sus casas y nos ofrecen sentarnos a comer a su mesa, con su familia, a compartir la comida y la vida familiar. ¿Qué puede haber más sagrado que la casa y la familia? Pues hasta ahí llega la confianza que los pacientes depositan en nosotros.
No tenemos la más alta tecnología sanitaria; no trabajamos rodeados de un elenco de estudiantes o médicos internos; no prestamos asistencia en grandes centros con miles de trabajadores, pero tenemos cosas tan importantes como la capacidad de comunicar, la cercanía, el conocer al paciente en su entorno, acompañarle como persona completa durante su trayectoria vital, incluso acompañarles en la muerte y compartir con ella las alegrías y tristezas que la vida trae. Mejoramos su calidad de vida y podemos, incluso, prolongarla. Somos “solucionadores de problemas”.
Todo esto (y seguro que mucho más) es lo que a mí me da la Medicina de Familia. Y como dice la canción del cantante catalán Pau Donés, es “mucho más de lo que pido y por todo esto estaré siempre agradecida”.Aunque tengamos que remar contra la corriente y seamos vistos como unos especímenes un tanto extraños para nuestros compañeros de hospital, la Medicina de Familia es la esencia del médico y es un reto vivirla.
Pero todo esto solo será un recuerdo del pasado si las administraciones continúan castigando a la Atención Primaria sin dar soluciones reales y efectivas a sus problemas.
Poder disfrutar ejerciendo la Medicina de Familia requiere del incremento de plazas MIR, que los contratos sean atractivos y estables, tener plantillas suficientes que permitan que los profesionales podamos desarrollar nuestro trabajo en condiciones óptimas, empleando el tiempo necesario a cada paciente en función de sus necesidades y complejidad.
Practicar la Medicina de Familia será solo un sueño si los médicos de Familia no disponemos del espacio suficiente para dedicar a la clínica y seguimos perdiéndonos en burocracia y tareas que no son puramente asistenciales y que nos restan dedicación para la atención al enfermo.
Por ello, insistimos: más plazas MIR; más tiempo para dedicar a nuestros pacientes y más Medicina de Familia.

Publicado en MédicosyPacientes el 28 de febrero de 2022

 

Los profesionales llevamos muchos años hablando de la precaria situación de la Atención Primaria en nuestro país: la falta de recursos, el déficit de financiación, la saturación de las consultas, las agresiones a sanitarios, etc.


Sugiero que acabemos ya con este discurso lleno de negativismo y resignaciones y pongamos el foco en lo que tenemos (que no es poco) y en lo que nos llena de satisfacción por ser médicos de Familia.


Todos hemos vivido experiencias muy gratificantes y emocionantes durante el desarrollo de nuestro trabajo. Propongo que las pongamos en valor, que las recordemos y difundamos, que hagamos catarsis de positivismo. Todo esto es contagioso y si las nuevas generaciones de médicos escuchan nuestros relatos no se mantendrán indiferentes frente a una de las especialidades médicas más bonitas, completas y humanas.


Podemos contarles cómo es el camino al trabajo durante esos días de primavera en la Región de Murcia, en los que te diriges a tu centro de salud del pueblo y atraviesas esas carreteras escoltadas de frutales en flor, maravillosa visión que algunos pagan por disfrutar; o el olor a flores que inunda el coche al bajar la ventanilla y respirar aire puro. También ese día que, algo más al norte, la nieve te sorprende cuando estás visitando a un paciente en su domicilio.


Podemos transmitirles como la Medicina de Familia nos hace formar parte de ese micromundo propio de cada persona y como le damos seguridad y salud.


Todos tenemos un taller mecánico de confianza, una peluquería de cabecera, nuestro panadero y carnicero, el vecindario de toda la vida, el gimnasio que nos gusta… y nuestro médico de familia es el profesional al que consultamos todos nuestros problemas de salud y enfermedades. Es nuestro confesor y persona cercana de confianza, a la que podemos hablarle sin temor y sin pudor de nuestros asuntos más íntimos, porque la enfermedad es una de las cosas más reservadas para una persona.


Los médicos de familia conocemos a la persona en su entorno, en su barrio y en su domicilio. Y no solamente a ella; también conocemos a sus familiares y generaciones antecesoras. Somos capaces de hacer un diagnóstico genético con rapidez.


Mediante nuestro trabajo conocemos y recibimos el cariño de la gente.


Todos podemos contar anécdotas de agradecimiento de nuestros pacientes.


Recuerdo a un paciente que bautizó a uno de sus melocotoneros con un “El árbol de mi médica. No tocar” escrito en un cartel. Lo hizo para que respetasen ese árbol durante la recolección hasta que yo fuese a recoger sus frutos.


O esa paciente que me regaló unos patucos de bebe tejidos por ella mismacuando se conoció en el pueblo que estaba esperando un hijo.


Y qué decir de los reconocimientos públicos cuando ponen nuestro nombre a una calle o plaza del pueblo en el que trabajamos. No puede existir mayor orgullo para un profesional que la gratitud de sus pacientes. Nos abren las puertas de sus casas y nos ofrecen sentarnos a comer a su mesa, con su familia, a compartir la comida y la vida familiar. ¿Qué puede haber más sagrado que la casa y la familia? Pues hasta ahí llega la confianza que los pacientes depositan en nosotros.


No tenemos la más alta tecnología sanitaria; no trabajamos rodeados de un elenco de estudiantes o médicos internos; no prestamos asistencia en grandes centros con miles de trabajadores, pero tenemos cosas tan importantes como la capacidad de comunicar, la cercanía, el conocer al paciente en su entorno, acompañarle como persona completa durante su trayectoria vital, incluso acompañarles en la muerte y compartir con ella las alegrías y tristezas que la vida trae. Mejoramos su calidad de vida y podemos, incluso, prolongarla. Somos “solucionadores de problemas”.


Todo esto (y seguro que mucho más) es lo que a mí me da la Medicina de Familia. Y como dice la canción del cantante catalán Pau Donés, es “mucho más de lo que pido y por todo esto estaré siempre agradecida”.Aunque tengamos que remar contra la corriente y seamos vistos como unos especímenes un tanto extraños para nuestros compañeros de hospital, la Medicina de Familia es la esencia del médico y es un reto vivirla.


Pero todo esto solo será un recuerdo del pasado si las administraciones continúan castigando a la Atención Primaria sin dar soluciones reales y efectivas a sus problemas.


Poder disfrutar ejerciendo la Medicina de Familia requiere del incremento de plazas MIR, que los contratos sean atractivos y estables, tener plantillas suficientes que permitan que los profesionales podamos desarrollar nuestro trabajo en condiciones óptimas, empleando el tiempo necesario a cada paciente en función de sus necesidades y complejidad.


Practicar la Medicina de Familia será solo un sueño si los médicos de Familia no disponemos del espacio suficiente para dedicar a la clínica y seguimos perdiéndonos en burocracia y tareas que no son puramente asistenciales y que nos restan dedicación para la atención al enfermo.


Por ello, insistimos: más plazas MIR; más tiempo para dedicar a nuestros pacientes y más Medicina de Familia.

 

Publicado el 28 de febrero de 2022

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