DR. EDUARDO ÁLVAREZ CARRETERO: “LA VOCACIÓN DE AYUDAR, A VECES, SE DESVIRTÚA EN EL MUNDO EN EL QUE VIVIMOS”

WEB DE LA ORGANIZACIÓN OASIS      
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El Dr. Álvarez es el cirujano plástico de la Organización Oasis, organización de ayuda solidaria que, cada año, realiza campañas quirúrgicas de traumatología y cirugía plástica orientadas al tratamiento de la población  infantil en la Región de Les Savanes, en Togo, África. El 26 de junio, durante la celebración del VII Encuentro Colegial en San Pedro del Pinatar, recogerá en nombre de Oasis el Premio Solidario SOS que otorga el Colegio de Médicos a aquellas iniciativas médicas de cooperación al desarrollo sanitario en zonas o colectivos vulnerables

 


1. ¿Cómo, cuándo y por qué nace la Asociación Oasis?

 

OASIS nace en 2003 en Santander, fruto de la ilusión y el trabajo de un grupo de personas, encabezadas por Antonio Aragón Renuncio, para ayudar al desarrollo de la infancia en países desfavorecidos. OASIS inicia su actividad en Managua, y ese mismo año, atendiendo a las necesidades y a la precariedad de la cobertura sanitaria de esta región africana, comienza con este proyecto anual de cirugía traumatológica. En el año 2007,  la organización se pone en contacto conmigo al encontrar allí una gran cantidad de patologías susceptibles de ser tratadas por Cirugía Plástica.

 

2. ¿Quién forma actualmente el equipo?

 

El equipo médico está formado por una auxiliar de clínica, una enfermera, dos anestesistas, un traumatólogo y un cirujano plástico. A parte de este equipo médico, siempre hay una persona que se encarga de facilitar el trabajo, realizando una gran cantidad de tareas sobre el terreno. 

 

3. ¿Qué es el proyecto Oasis y a qué número de personas presta ayuda?

 

Nosotros trabajamos en Togo, sobre todo, con población infantil. Tenemos una serie de contactos locales que nos suponen una grandísima ayuda, ya que en África no puedes hacer nada si no dispones de un contacto local. Nuestro contacto es una organización de origen italiano, Centro Don Orione de Bombouaka.  Así, podemos ir cada año a realizar una serie de intervenciones quirúrgicas de traumatología y cirugía plástica. Durante todo el año, nuestros contactos se encargan de hacer una selección de los pacientes.

 

Ellos se mueven en un radio de 200 kilómetros y visitan las aldeas difundiendo el mensaje de que un equipo de médicos españoles van a viajar hasta esa zona a realizar este tipo de cirugías. Ellos ya saben lo que hacemos, la patología que podemos cubrir y hasta dónde podemos llegar con nuestro trabajo. El día que llegamos, normalmente en la segunda quincena de septiembre, pasamos una consulta que incluye entre 250 y 300 pacientes. Entre ellos, hacemos una selección final por patología, en función del estado clínico de esas personas, y se escogen cerca de 60 pacientes, que son los que, finalmente, vamos a tratar en esa campaña.

 

El proyecto Oasis es fundamentalmente quirúrgico, aunque  dedica parte de su tiempo a la formación de la población local para que aprenda a curar heridas, quemaduras...

 

4. ¿Cómo se vive esa experiencia?

 

Es una experiencia muy positiva y que cambia a lo largo del tiempo. Es un punto de inflexión tan importante en tu vida que es difícil de asimilar. El primer año trabajé mucho,  y cuando llegué a España, tuve que recapacitar y asimilarlo porque es un choque muy importante. Te deja una impronta imborrable. Me planteé no volver porque pensé que estaba todo tan mal, que había tanta pobreza y  tan pocas probabilidades de que aquello mejorase... Pensé que nuestro trabajo había sido un grano de arena en un desierto.

 

En los años siguientes, vuelves a ver a esos niños, compruebas que están bien, que las cosas han funcionado, que vas haciendo un montoncito de arena y que merece la pena aunque sea por una sola persona. Allí ningún paciente se podría tratar, de ninguna manera,  ya que la Sanidad es privada y precaria. Tendrían que vender sus pertenencias o trabajar toda la vida y aún así tampoco podrían sufragar los gastos sanitarios que requiere. Te das cuenta de que, o vamos nosotros, o esas personas no tienen ninguna posibilidad de ser operados. Aquello es una ruptura total de la realidad  que tenemos aquí y que te viene bien para ver la realidad de forma diferente, con otra perspectiva. Para mí es una experiencia muy positiva. Nosotros aportamos nuestro trabajo a los pacientes, pero es más lo que te traes de allí que lo que dejas. 

 

En el mundo occidental, tenemos una lucha continua por volver a la base de la Medicina, al contacto con el paciente y esto, muchas veces, resulta complicado. El mundo en el que nos movemos  tiende cada vez más a la medicina defensiva y cuesta mantener el vínculo. Allí el contacto del médico con el paciente se produce de una forma absolutamente cruda,  ya que te encuentras con un paciente que necesita tu trabajo y está absolutamente agradecido.  En respuesta a esa confianza ciega  en ti y en tu trabajo, tienes la obligación de aportar un tratamiento escrupuloso, eficaz y absolutamente libre de improvisaciones.

 

5. Me has hablado de la experiencia, pero… ¿qué va antes de eso? ¿Cuál es la motivación para adentrarte en este proyecto?

 

Creo que todos los médicos han pensado en un momento determinado en realizar este tipo de actividad, en general, por la vocación de ayudar, aunque a veces se pierde y se desvirtúa en el mundo en el que vivimos. Lo único que ocurre es que las cosas no siempre surgen. Llega un momento en el que te metes en un mundo de “me gustaría hacerlo”, “ya lo haré algún día”…

 

En mi caso, tuve la suerte de poder hacerlo. Cuando la Organización se puso en contacto conmigo había terminado la residencia hacía poco tiempo, no tenía hijos y tuve la posibilidad de irme sin ningún tipo de atadura. Me dijeron “necesitamos un cirujano plástico y no encontramos a nadie que quiera venir, ¿te interesa?” En ese momento dije que sí y pensé “a ver qué pasa”. A partir de ahí, continué en el proyecto porque una vez que vas, es raro que no vuelvas.

 

6. Ahora recibís un reconocimiento a ese proyecto, ¿qué supone para vosotros?

 

Durante mucho tiempo, hemos tratado de divulgar y darnos a conocer, fundamentalmente para que otras personas nos apoyen. Es un proyecto muy pequeño, con un grupo humano reducido, de personas que están muy concienciadas y convencidas de lo que hacen, pero que cada año tienen que buscarse la vida, desde que regresan de la expedición hasta que empieza la siguiente, para poder recaudar fondos y asumir los costes que supone. No son costes muy altos pero hay que cubrirlos.

 

El dinero que se logra recaudar durante todo el año se utiliza de forma exquisita. Para nosotros, recibir el Premio Solidario SOS del Colegio de Médicos, aparte de poder darnos a conocer como organización, nos permite organizar la expedición de este año con cierta seguridad, ya que durante estos tiempos de crisis ha habido una importante reducción de las subvenciones de los ayuntamientos, de las donaciones de particulares y empresas... y este año la cosa estaba la cosa muy ajustada. 

 

Además, este año necesitábamos obligatoriamente comprar material quirúrgico y trasladarlo desde aquí hasta Togo. Era indispensable comprar material y gracias al premio lo podremos hacer.

 

7. Un recuerdo especial…

 

Las anécdotas y recuerdos que tengo más marcadas son las relativas a algunos pacientes. Recuerdo el caso de una niña que vino a la consulta con unas úlceras muy importantes en el cuero cabelludo. Habían profundizado tanto que llegaban a exponer el tejido que recubre el cerebro. Esa niña estaba en muy malas condiciones y era urgente operar. Decidimos, con la autorización de la madre, meterla a quirófano y reconstruir para que la infección que tenía en la piel no llegara a más. Fue una cirugía muy dura y delicada, estuvimos muchas horas y, finalmente, la niña salió adelante.

 

Desde ese momento, año tras año, la madre nos la trae y la vemos crecer sana. En ese caso, vi plasmado que, solamente por esa niña, las expediciones habían merecido la pena.  Los casos de labio leporino dejan bastante huella. Los niños que nacen así son considerados un acto del demonio, están estigmatizados y no los dejan morir, pero están aislados socialmente. La madre los amamanta hasta que nace el próximo hijo y los que consiguen sobrevivir y alimentarse por sí mismos permanecen aislados y considerados seres monstruosos. Cuando son intervenidos, ese niño se incorpora a las actividades normales, se reinserta en la sociedad, puede tener una familia y desarrollarse como persona.  Allí se trata de hacer cirugías prácticas, que funcionen, que tengas casi la certeza de que van a salir bien.

 

8. ¿Qué mensaje quiere transmitir la Organización?

 

Pienso que el mensaje que hay que transmitir es que, dentro de lo que cada uno pueda, dentro de sus circunstancias y sus trabajos, participar en este tipo de proyectos siempre va en beneficio de personas que no tienen ninguna posibilidad de acceder a una atención sanitaria digna.  OASIS, dentro de su humilde esfera, seguirá trabajando para  que, cada año, este proyecto siga su curso.

  Información publicada el 28 de mayo de 2015

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